¿Se volverá a repetir la historia?

Desde Barcelona, nos llega la reseña escrita por Clàudia Noguera, una niña de once años que capta la esencia del relato de Luisa Rivera, EN AQUEL FARO. Los invitamos a leerla.


 

 

 

En aquel faro 

 

En una pequeña y lejana isla, casi en el fin del mundo, vivía una mujer muy sola. Ella se encargaba de mantener el faro y encenderlo cuando atardecía. Siempre la misma rutina. Su trabajo era muy importante ya que si no cumplía, en las oscuras noches los barcos chocarían. Por eso antes de que el sol desapareciera del todo ella encendía el faro. Así pasaban los días en aquel pequeño rincón del mundo.

 

Pero un día, cuando la mujer se levantó y salió a ver el horizonte con la tenue luz de la fresca mañana, como hacía todos los días, vio una cosa inusual: había cuatro pajaros sujetando una cesta ¡ y para el colmo se dirigían hacia donde estaba ella! Una cesta marrón cayó a sus pies y rápidamente la mujer miró que había dentro ¡había una niña! Aún era muy pequeña y estaba envuelta en una mantita roja. Tenía el pelo muy oscuro, al igual que sus ojos.

 

La mujer, que ya no estaba sola, enseñó a la niña todo lo que necesitaba saber para mantener el faro, como a cortar leña, a orientarse, como abrir el faro, a encenderlo… Y por las noches se quedaban un rato contemplando el pequeño rayo de luz que iluminaba la oscuridad y el vacío de la noche. Los días y las noches pasaban siempre igual y la niña iba creciendo al igual que la mujer que ahora ya era anciana.

 

Una mañana, mientras la anciana preparaba el desayuno vio en la ventana tres pájaros. Ella trató de espantarlos con sus manos però cuando salió a fuera para contemplar el horizonte con la tenue luz de la fresca mañana (como hacía todos los días) vió que su casa estaba rodeada de pájaros, debían haber unos sesenta o setenta. Toda la pequeña isla estaba llena de esas aves. La anciana entonces lo comprendió, fue hasta la cocina y de lo alto de un estante cogió la cesta marrón, le entregó la llave a la niña y se subió a la cesta. Cinco pájaros se la llevaron hacia arriba, más arriba y lejos de lo que la niña podía ver.

 

 

 

 

La niña se quedó sola pero ahora tenía el deber de mantener la llama encendida. Todas las noches la niña subía al faro para contemplar las estrellas y recordar a la mujer que durante años la preparó para ese momento. 

¿Se volverá a repetir la historia?

 

 Clàudia Noguera Corominas


 

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